miércoles, 20 de febrero de 2008

Camino

Y sin más, lo dejó en su tristeza y confusión. Sabía que lo que había hecho causaría algo grande en él, para bien o para mal. Al final, para ella esto era el fin de una situación, que llegó a ser triste y melancólica. Sabía que era lo mejor, o al menos se lo repetía para convencerse.

Sabía que ya no podría hablarle. Sabía que esos adjetivos ya eran inapropiados. Sin embargo, el mas mínimo pensamiento relacionado con él suscitaba tales palabras. Sabía bien que no sería fácil, por más que intentó llenar la boca de sus pensamientos.

Había hecho un daño.

Pasadas dos horas, él recién tuvo las fuerzas para levantarse. El sentimiento era escalofriantemente similar al de un accidente automovilistico. No sentía su cuerpo, y su cabeza apenas respondía. Estaba deshecho.

El camino a casa, sin embargo, fue uno de los más rapidos, y a la vez, más lentos que sintió alguna vez caminar. Obvió varias veces impurezas del pavimento, haciendolo caer. La gente lo miraba, algunos con risa, otros, que entendían mejor la situación, lo ayudaron a ponerse de pie. El no quería ayuda, no la necesitaba. Era inutil. Su deseo era quedarse en aquel frio abismo gris. Para qué ponerse de pie. No habia sentido. Ella no volvería, y tampoco su ánimo.

Al llegar a casa, su aspecto generó discordia entre sus consanguineos. Maltrecho, sangrentado por los roces, y desahuciado por aquel momento de intenso dolor. Pareciera que padecía de una hipocondría aguda. Pero ellos no entendían. No podrían entenderlo. Para ellos, era solo un juego, era algo irreal y condenado a la extinción. Él los odiaba por ello, jamás creyeron en él.

Lo recordaba como si fuera ayer.

Si bien era sumamente extrovertido para sus cosas, en éste ámbito era algo reservado, casi egoísta.
No lo contó, ellos lo supieron por sospechas, y evidencias mal cubiertas por él. Sus coartadas no sirvieron por mucho tiempo. Pero al darse cuenta del medio, de la modalidad, se burlaron. Lo ridiculizaron, lo condenaron, lo abandonaron. Él se sintió triste, pero mantuvo su frente en alto. Sabía que habia alguien que lo quería, a pesar de todo. Eso pensaba él.

Tantas historias, tantos recuerdos. Es tan fácil teñir de dolor algo tan alegre e irreal.

Lo recordaba como si fuese ayer..

Pero el ayer murió con ella, y el hoy nacía con esas lágrimas internas. Nadie quiso fraternizar con él. Consideraban que el tiempo lo arreglaría. Y al final, tuvieron razón.
Miró hacia atrás, y pensó en todo lo que le dijeron, y todo lo que ensordeció con el corazón. Se consideró un estupido un par de veces, y un imbécil sin causa en otras.

Se lleva la manga de su chaqueta al rostro, y mira hacia el suelo. Silencia el fuego de su tabaco, y expele su nombre por última vez. Sabe que, de hoy en adelante, lo dirá como si fuese un nombre cualquiera, o así lo quisiera.

Camina por las calles, viendo los rostros de las personas. Ellos les devuelven el análisis. Intercambian veredictos y siguen su camino.

Él solo piensa: "Imbéciles, ya verán cuando llegue el atardecer"

Y cierra los ojos una vez más.

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