jueves, 21 de febrero de 2008

Fulgor

Unas palabras de mando fueron los primeros versos que oí esta mañana. Ordenes, de salir de mi catre a la (en ese momento) fría calle. No fue eso, sin embargo, lo que me impulsó a descubir mi vista completamente, sino que fue un destello dorado entrando por un rendijo entre las pesadas cortinas de mi ventana, que privan terminantemente aquellos rayos cegadores.

Aquel rayo, era ínfimo, casi pasaba desapercibido. Pero mis nocturnos ojos no tuvieron dificultad para reconocerlo. Era un hermoso hilo dorado que cortaba la obscuridad. Un trazo perfecto, sin falencia alguna; ninguna impureza que reclamar.

Pocas veces he dado tanta importancia a un haz de luz, pero debo decir que esta vez, he mirado aquel tímido trazo solar con otros ojos. Mi forma de admirar aquella hebra era casi morboso, tanto así que podría haber pasado toda la mañana haciendolo. Era simplemente hipnotizante.

Esa línea perfecta parecía traspasar todo a su paso. Me rehusaba a creer que su trayecto terminaba en mi alfombra, la cual de su color azul, pasaba a ser un celeste "onírico". Teñía todo a su paso. Hasta la penumbra tomaba un color digno de admiración con el tenue dorado proveniente del firmamento.

Tal como un niño, quise sentir aquella mágia, tan común y corriente para algunos. En mi estupor, me acerqué lentamente, disfrutando la proximidad a aquella fuente de luz. Me senté finalmente en el suelo, y acerqué mi mano hacia ese tubo destellante. Prontamente, sentí el agrado de estrechar la mano con esa estrella famosa.

Si bien la sangre es purificada y bombeada por ése órgano del amor, por un momento sení que mi sangre resurgía de aquel punto cálido en mi mano. Sentía su calidez por todo mi cuerpo. Era embriagante. Todo mi cuerpo lentamente caía en un sopor delicioso. Era realmente renovador.

Mis deberes me privaron de continuar el goze de aquella fuente de felicidad, que es tan accesible, incluso desagradable durante éstos días. Pero, a pesar de lo mundano y corriente que puede resultar una experiencia así, creo que olvidar aquél momento que compartí con ese escuálido, aunque perfecto trazo solar, será algo que no haré durante algún tiempo.

El sol es algo que menospreciamos diariamente, como muchas cosas en ésta vida. Efímeros momentos así me hacen recordar aquellas cosas.

2 comentarios:

Champi Cea dijo...

Llegué por casualidad, y me gustó lo que escribes.

Te doy muchos saludos y mucha suerte.

Champi Cea dijo...

No es por agarrar papa, pero estaría encantada en quizá conversar temas.

champi_cea@hotmail.com

=) Gracias y saludos.