miércoles, 20 de febrero de 2008

Inconcluso


Son las 3:40 de la mañana, y me encuentro deambulado en mis pensamientos.

"¿Porqué me rehuso a seguir fuera de mi cuerpo?"

La simple idea podría mantenerme pensando por varios días. Ya lo ha hecho. Pero a pesar de toda indagación en el tema, lo cierto es que, inevitablemente, 3:00am se ha convertido en una serie de dígitos y letras que, por alguna razón desconocida, son capaces de privarme de algo tan sagrado y personal como lo son los sueños.

Aún recuerdo con lo que mi mente jugaba antes de ser abruptamente retirado de mi fantasía. Me encontraba en un lugar desértico, y por alguna razón podía surcar los aires, en busca de algo que no tenía forma; talvez ni existia. Pero quien dice que los sueños poseen lógica. Sin más, me encontré con esa persona que estuvo en el vientre materno, 3 años antes que yo. Hablamos de las más triviales estupideces, que carecían completamente de sentido. Sin embargo, no dubité en algún momento de responder cuanta idiotez me surgiera del pensamiento.

Sin mas, mis ojos se abrieron, sin que yo sintiera la diferencia. Con desgano y un dejo de tristeza, me doy cuenta de que he vuelto a mi cuerpo, demasiado temprano. Tanteo en la obscuridad, para encontrar algo que confirme mis temores. Siento mi viejo compañero móvil, y a pesar de que sus mejores años ya han pasado, aún sigue fiel a mi servicio. Sin tener que pedirselo, me da la hora, y el patrón de sueño se vuelve evidente: Esta maldita hora me priva, consecuentemente, de un sueño prolongado y de un amanecer ameno.

A pesar de que, en un comienzo, no dudé en utilizar palabras profanas para culpar a un ente inexistente por este adulterio del sueño, ya es algo que simplemente no tiene solución que yo podría proveer. Drogas, brevajes, todo aquello no natural que podría sacarme de ésta situación. Parece tán fácil. Ojalá lo fuese.

Lo cierto es que, yo me encuentro nuevamente aquí, cuando debería estar allá

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